jueves, 30 de mayo de 2013

CONTANDO PIEDRAS II. LA MANO DE DIOS.

 Ya era hora de que retomara el blog. Y dentro del blog esta sección de "contar piedras". Toca hablar hoy de "la mano de Dios". ¿Pero estos posts no iban sobre el juego del go? Por supuesto, y siguen yendo.


Maradona, 1986.

 Y es que mucho antes del mundial de Méjico 86, y el partido inicialmente de las Malvinas, finalmente de la mano de Dios, tal concepto ya existía en el go. Aunque con un significado muy distinto.

 Kami no itte es la expresión japonesa original para lo que tratamos de explicar. Lo cierto es que, según Sensei's library, la traducción puede que no sea del todo acertada. Pero no es errónea, y es así como se conoce en occidente, y por ende (y porque me da la gana), en Siete Piezas.

 Y ¿qué es? Pues muy sencillo. La mano de Dios es aquella que es capaz de colocar las piedras en el mejor lugar posible del tablero. Siempre encuentra la jugada perfecta, la óptima.

 Esto es lo que busca todo jugador en todas las partidas. Sin embargo todos los jugadores ganan y pierden, estudian nuevos métodos, estrategias distintas. El juego evoluciona. La mano de Dios aún no ha jugado en la tierra.

El jugador con piedras negras es el primero en jugar. Esto le da una ventaja sobre su contrincante. A partir de ahí se entiende que ganará quien mejor juegue. Sin embargo si la mano de Dios jugara con negras, siempre ganaría. ¿Incluso a otra "mano de Dios"? Sí, ya que si jugando perfecto el jugador segundo fuese el que ganare, negras pasaría el turno, acción legal en este juego. Por lo que acabaría ganando. Esto conlleva una segunda manera de ver el juego: no gana quien mejor juega, sino quien lo hace menos mal, ya que se pueden considerar errores todos los movimientos distintos al que una kami no itte haría.

 Me vais a permitir que me ponga un poco más filosófico/pesado/pedante (entre otras cosas porque no podéis venir y quitarme el teclado). Mirad el tablero vacío. La primera jugada:

Tablero de go vacío.

Hay 381 posiciones. Una de ellas, o, por simetría, quizás cuatro (u ocho), son las óptimas. En ese tablero está la jugada perfecta. Y para cada jugada sucederá lo mismo, solo que con menos posiciones posibles cada vez. Pongas donde pongas, estás, como mucho, a medio metro de esa jugada: a unas pocas intersecciones. Pues bien, los profesionales no siempre empiezan en la misma intersección. Es decir, tras miles de años de historia de este juego, ni siquiera se sabe con certeza la mejor primera jugada.

 Otra demostración de que el go es, a la vez, sencillo, como un tablero con treinta y ocho líneas, y complicado, como elegir la jugada perfecta.

¿Veremos jugar a la mano de Dios alguna vez? Hay quien dice que serán los ordenadores quienes nos la acerquen. Eso sí, aún queda mucho tiempo. Pero esto pertenece a otra entrada. Ya escribiremos.

CUIDENSE.